La salud es el aspecto de nuestra vida que más valoramos; sin una salud óptima ningún proyecto vital tiene sentido pleno. Sin embargo, aún a pesar de ser tan importante tendemos a olvidarnos de ella y solo nos acordamos cuando deviene la enfermedad. Cuando hablamos de enfermedad física nos estamos refiriendo a algún tipo de desequilibrio vital que se manifiesta en el cuerpo. La idea de separar el cuerpo del resto de dimensiones de nuestra personalidad no solo es ilusa, también es falsa. Todo lo que sucede en el cuerpo sucede también a nivel emocional, mental, relacional y espiritual. De hecho es una consecuencia de alteraciones que se producen a estos niveles. Por lo tanto, si deseas curarte de una enfermedad concreta debes revisar en profundidad tu estilo de vida.

Desde el punto de vista biológico, las enfermedades las contraemos cuando acumulamos un exceso de toxinas en el cuerpo. Es ahí donde los gérmenes pueden proliferar e infectar el cuerpo. Para restablecer la salud es necesario limpiar el organismo, fortalecer tus capacidades de auto-equilibrado y sincronizarte con los ritmos vitales de la naturaleza. Si deseas estar sano, debes focalizar tu atención en la salud y no en la enfermedad, y hacer acopio de una voluntad real para transformar tu situación vital.

La responsabilidad de prevenir y tratar una enfermedad es exclusiva de quien la padece. La medicina moderna o las técnicas de sanación tradicionales nos pueden ayudar, pero no debemos hacer al médico o al sanador responsables de nuestra salud. Eso siempre genera el mismo resultado: nos hacemos dependientes de otros.

Tu salud está muy relacionada con la tarea que has venido a materializar al mundo. A medida que tu misión se realiza, encuentras la fuerza para hacer los cambios adecuados que te conducen a fluir con el entorno desde el ser amoroso y creativo que eres. Y eso, te conduce a más salud. Las  unidades básicas de la vida, las células, precisan ser amadas. Pero si lo que reciben es miedo, codicia, ira o rencor, reaccionan contrayéndose o bloqueando algunas de sus funciones vitales. El cuerpo que habitas actúa en relación con el resto de dimensiones de tu personalidad. La enfermedad te dice: “algo no anda bien en algún área de tu vida”. Si haces los cambios necesarios, la salud emerge de manera natural.